Hola Amig@s: Los
relatos evangélicos lo repiten una y otra vez. Encontrarse con el Resucitado es
una experiencia que no se puede callar. Quien ha experimentado a Jesús lleno de
vida, siente necesidad de contarlo a otros. Contagia lo que vive. No se queda
mudo. Se convierte en testigo.
Los discípulos de Emaus
“contaban lo que les había acontecido en el camino y cómo le habían reconocido
al partir el pan». María de Magdala dejó de abrazar a Jesús, se fue donde los
demás discípulos y les dijo: “he visto al Señor”. Los once escuchan invariablemente
la misma llamada: “Vosotros sois testigos de estas cosas”; “como el Padre me
envió así os envío yo”; “proclamad la Buena Noticia a toda la creación”.
La fuerza decisiva que
posee el cristianismo para comunicar la Buena Noticia que se encierra en Jesús
son los testigos. Esos creyentes que pueden hablar en primera persona. Los que
pueden decir: “esto es lo que me hace vivir a mí en estos momentos”. Pablo de
Tarso lo decía a su manera: “ya no vivo yo. Es Cristo quien vive en mí”.
El testigo comunica su
propia experiencia. No cree “teóricamente” cosas sobre Jesús; cree en Jesús
porque lo siente lleno de vida. No sólo afirma que la salvación del hombre está
en Cristo; él mismo se siente sostenido, fortalecido y salvado por él. En Jesús
vive “algo” que es decisivo en su vida, algo inconfundible que no encuentra en
otra parte.
Su unión con Jesús
resucitado no es una ilusión: es algo real qué está trasformando poco a poco su
manera de ser. No es una teoría vaga y etérea: es una experiencia concreta que
motiva e impulsa su vida. Algo preciso, concreto y vital.
El testigo comunica lo
que vive. Habla de lo que le ha pasado a él en el camino. Dice lo que ha visto
cuando se le han abierto los ojos. Ofrece su experiencia, no su sabiduría. Irradia
y contagia vida, no doctrina. No enseña teología, “hace discípulos” de Jesús.
El mundo de hoy no
necesita más palabras, teorías y discursos. Necesita vida, esperanza, sentido,
amor. Hacen falta testigos más que defensores de la fe. Creyentes que nos puedan
enseñar a vivir de otra manera porque ellos mismos están aprendiendo a vivir de
Jesús.
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