Hola Herman@s: Yo soy
la resurrección y la vida. Yo soy la luz. Yo soy el camino. Yo soy el pan de
vida… El evangelio de Juan define a Jesús con estos Yo soy que nos remiten al
Éxodo, a la zarza ardiendo de Moisés. Hoy, en este evangelio que hemos
proclamado, Jesús se define como “Yo soy el Buen Pastor que da la vida por sus
ovejas, que conozco a mis ovejas y las mías me conocen”.
Jesús es el Buen Pastor
porque nos conoce, nos ama, nos cuida, nos guía y siente lástima de los que
andan como ovejas sin pastor.
Si Jesús se define como
el Buen Pastor es porque hay malos pastores. Los contratados, los funcionarios,
todos aquellos para quienes el rebaño del único Pastor no lo consideran suyo y
ejercen su ministerio más como un modus vivendi que como servicio al rebaño de
Jesús.
En este mundo lleno de
ruidos y de voces, de opiniones e interpretaciones de lo divino y de lo humano,
¿cómo distinguir la voz del Buen Pastor de la voz de los pastores?
Jesús es el Buen Pastor
y es también la puerta del redil, puerta para entrar y salir porque Jesús no
nos ata, nos deja y nos quiere libres.
Jesús nos invita a
salir de Egipto, tierra de la esclavitud y de la muerte y nos invita a entrar
en la tierra prometida, tierra del perdón y de la vida, puerta de la
Resurrección “y habitaré en la casa del Señor por años sin término”.
Nosotros, los aquí
reunidos, aceptamos a Jesús como nuestro único Buen Pastor, venimos a la
iglesia a escuchar su voz para poderla distinguir de las otras voces, para que
nuestro yo egoísta e idólatra no tape la voz de Jesús y para que las
maravillosas seducciones del mundo no eclipsen la voluntad de Dios. Escuchar a
alguien es signo de amor.
Jesús tiene otras
ovejas que no son parte de su rebaño. Cada día son más en nuestro país, en
nuestras familias, las personas que salieron por la puerta del redil en busca
de otros pastores.
No nos toca a nosotros
anatematizar, juzgar y excluir. Sólo Jesús es juez y nos llama a abrir la
puerta de su redil a todos. Las iglesias atrincheradas en sus reductos tienen
que superar sus seguridades, renunciar al monopolio de la verdad y ser puertas
abiertas a todos. Tal vez Dios sea la oveja pérdida que nosotros hemos echado
fuera y tenemos que buscar para ser verdadera iglesia de Jesús.
Que así sea.
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