Hola Amig@s: Los
evangelistas describen con diferentes lenguajes la misión que Jesús confía a
sus seguidores. Según Mateo, han de “hacer discípulos” que aprendan a vivir
como él les ha enseñado. Según Lucas, han de ser “testigos” de lo que han
vivido junto a él. Marcos lo resume todo diciendo que han de “proclamar el
Evangelio a toda la creación”.
El mandato de Jesús es
para todos: “proclamar el Evangelio a toda la creación” de que
Jesús está vivo, ha resucitado. Anunciad que Dios nos ama. Que estamos
redimidos, que estamos salvados”; una buena noticia que hace falta que la
conozcan todos, y todos la acepten.
La tarea es ardua y
urgente; pero Jesús ha prometido su ayuda: “Yo estaré con vosotros todos los
días, hasta el fin”. Esa es la gran esperanza y la gran confianza: no estamos
solos.
La Iglesia ha
comenzado; el Reino de Dios ha comenzado con Jesús, pero aún está pendiente de
su culminación. Tarea que Jesús nos ha dejado como encargo.
Por eso me atrevo a
decir: que la descripción que hace el evangelio hay que interpretarla de una
manera simbólica. No es que Jesús “subiera” a ninguna parte, porque el cielo no
es un lugar, sino una situación distinta: es estar junto a Dios; y Dios no está
ni arriba ni abajo. Es una manera de hablar que significa que Jesús ya no está
corporalmente entre nosotros. Su vida terrenal ya acabó. Lo mismo que terminará
la nuestra, y tendremos la oportunidad de gozar de la cercanía de Dios.
Por tanto, nos
movemos siempre en el gran misterio de Dios, pero también en la virtud de la fe
y de la esperanza. Jesús murió, resucitó y está en el cielo. Nosotros
moriremos, resucitaremos y esperamos estar en el cielo. Jesús es el Hijo
primogénito del Padre, que nos marca el camino. El camino es toda su vida. Para
nosotros el camino es seguir a ese Jesús.
Que así sea.
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