jueves, 15 de julio de 2010

¿CIEGOS ANTE DIOS?


H
ay muchos que creen ver a Dios y tener a Dios en el bolsillo de su corazón. Sin embargo, son incapaces de ver al hermano. “El amor del prójimo es un camino para encontrar también a Dios, y que cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios.” (Benedicto XVI)

¿Crees conocer a Dios?
Dime cuánto conoces a tu prójimo.
¿Crees ver a Dios?
Dime cuánto vez realmente a tu prójimo.
¿Crees tener fe en Dios?
Dime cuánto vez realmente a tu prójimo.
Es que Dios es invisible y sólo se hace visible en el hermano, en el prójimo.

San Juan es bien claro cuando dice que el que dice amar a Dios y no ama al hermano es “un mentiroso”. Lo cual quiere decirnos que tenemos un criterio para discernir la verdad de nuestro amor y de nuestra fe en Dios. Ese criterio es nuestra relación con el hermano, con el prójimo. Dios es invisible, pero no tanto porque se hace visible en el prójimo.

Todos andamos preguntando dónde encontrar a Dios y todos nos ponemos como unos tontos a mirar al cielo. A Dios no se le ve mirando al cielo ni mirando tan arriba. A Dios le podremos ver allí donde Él se revela y manifiesta. Lo maravilloso de Dios es que Él se manifiesta y revela en el hombre y la mujer que tenemos a nuestro lado o que vive lejos y ni siquiera conocemos, pero que nos necesita. El Papa es bien claro: “Siempre viene a nuestro encuentro a través de los hombres en los Él se refleja; mediante su Palabra; en los sacramentos, especialmente la Eucaristía.” ¿Te das cuenta de lo importantes que somos? Tan importantes como su Palabra y como su Eucaristía. Primero, se hace visible en Jesús, luego se hace visible en cada uno de los hombres y mujeres del mundo. ¿Quién es el que dice que el cristianismo es la alienación del hombre y que es preciso matar a Dios para salvar al hombre?


y ahora ¿Qué le respondemos a Dios?