viernes, 15 de febrero de 2013

Una OPción de vida... DISCERNIMIENTO!!!


Relataré la magnífica experiencia de mi discernimiento vocacional y como Dios me preparó, para tomar la decisión de ingresar a la Orden Dominicana.

Con mucho anhelo y entusiasmo, inicié el proceso de discernimiento vocacional, pues tenía la convicción de que ahí, encontraría las herramientas adecuadas para vislumbrar la inquietud vocacional, que Jesucristo puso en mi corazón, hacia el sacerdocio como Fraile. A partir de ese momento descubrí y aprendí mucho del camino que Jesús quería para mí, pues me habló desde el corazón, comprendí  que era un camino lleno de amor, pureza y sacrificio y a la vez me di cuenta, de que dicho camino solo era posible con la ayuda y fuerza que Dios iba concediendo con el paso del tiempo, pues somos débiles y nuestras fuerzas no son suficientes.

Con angustia de pensar en dejar mi amada familia y el dejar el sueño de ser un profesional, dejar la posibilidad de tener una pareja, remé mar adentro y lancé mis redes con Jesús, pues ahora sé que él está conmigo y no quiere que yo tema. El abandonarme en su voluntad fue difícil, ya que desprenderse de los sueños y cosas que humanamente amamos en ocasiones nos apegan a cosas temporales, quitando libertad para decir al Señor  ‘aquí estoy señor, quiero hacer tu voluntad’. ¿Qué te puede salir mal, si pones de primero al Señor en tus proyectos? No sé tú, pero yo sé que tu vida transcurrirá y reposará en paz y felicidad. Pues Dios nos ha dado un corazón insaciable, para que solo su amor y gracia lo llene, entonces que su gracia nos baste.

Que bello saber que somos hombres de la gracia de Dios, pues nos da la certeza de que él nos capacita en el porvenir, así que ánimo- hazlo tú también- la ganancia es inmensa y la pérdida insignificante, cuantas bendiciones nos esperan.

Hoy me siento muy animado, y con muchas ganas de seguir, tengo muy presente de que la santa perseverancia la voy a necesitar muchísimo, y que mis ojos deben poner la mirada fija en Cristo, para encontrarme con él, ya que vendrán pruebas, sufrimientos y tribulaciones, en los que queremos dejar todo atrás y desistir, pero es importante atravesar esos momentos, así maduramos en fe y después viene la bendición que el Padre nos regala. Muy consciente debo buscar tenazmente la santidad, para santificar,  a los que Dios pone en mi camino.

¡Y SI EN TU CORAZÓN SIENTES QUE HACES LO CORRECTO, NAVEGA NUEVOS MARES CON CRISTO¡
¡NO VALE LA PENA, VALE LA VIDA, CRISTO te ama y te llama!

domingo, 13 de enero de 2013

Y EL BAUTISMO LE CAMBIÓ LA VIDA.


Hola Amig@s: El Evangelio de hoy nos muestra a Jesús bautizándose. Sí, ¡bautizándose! Y es obvio que a Jesús no le hacía falta abrir esa conexión directa con Dios. Él ya era Hijo de Dios. Pero se bautizó. El Evangelio le muestra bautizándose en medio de la multitud. Ni siquiera es una celebración de esas individuales que tanto le gustan a algunas familias que no desean mezclarse con la masa. Jesús se bautiza. Y ese rito le lleva a la oración que le hace consciente de alguna manera de su especial relación con Dios, con su Padre, al que desde entonces llamará “Abbá”, que traducido viene a ser algo así como “papito”.

Es que Jesús –no hay que olvidarlo– era plenamente hombre, hombre con todas las consecuencias. Cuando Dios se encarna –lo que hemos celebrado en estas Navidades–, lo hace con todas las consecuencias. También Jesús necesitó crecer e ir haciendo suya poco a poco su propia identidad, como hemos hechos todas las generaciones de hombres y mujeres que en el mundo ha habido, hay y habrá. Su bautismo marca ese momento en el que Jesús toma conciencia de lo que es y de su misión. Hay un antes y un después en su vida. A partir del bautismo, comienza otra vida para Jesús. Ya sabemos a dónde le condujo esa especial relación con Dios, su Padre, su Abbá.

El sacramento del Bautismo es, debería ser, mucho más que un rito con efectos inmediatos y milagrosos. El rito no es más que el momento en que se celebra lo que en realidad debería ser un proceso largo, de años, en el que el niño o la niña va creciendo y asumiendo su condición de creyente en Jesús, en su Evangelio. Tal y como lo celebramos hoy en día, el bautismo no es más que el rito que señala el inicio de ese proceso. Y, me atrevería a decir, el sacramento de la confirmación debería marcar un cierto final de ese proceso. Pero ese es otro cantar (sobre todo porque para muchos desgraciadamente la confirmación marca el fin de su relación con la iglesia y con la fe).

Y el Bautismo le cambió la vida

A Jesús su bautismo le llevó a un cambio de vida profundo. A partir de aquel momento dejó de ser un personaje anónimo para comenzar a ser aquel que “pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”, como dice la segunda lectura. Su bautismo fue fruto posiblemente de su encuentro con las escrituras, con la Palabra.

Seguro que leyó y meditó en su corazón muchas veces el texto de Isaías que se recoge en la primera lectura de hoy. Le define a él, define su estilo de vida, su forma de comportarse, su forma de revelar y manifestar a todos el amor de Dios, de su Abbá. Conviene releerlo con tranquilidad porque también define lo que debería ser nuestro estilo de vida como discípulos suyos.

Viene todo esto a concluir en que deberíamos revisar nuestra idea del bautismo. Y también nuestras celebraciones. Y nuestra forma de prepararlas. Y de vivirlas y asumirlas personalmente. Para que el bautismo marque realmente la vida de la persona. Para que la persona sea consciente de lo que hace. Y lo haga porque realmente quiera.

El bautismo no nos añade una especial protección de Dios. Ésa la tenemos siempre con nosotros. Su amor no nos fallará. Por supuesto. El bautismo es otra cosa, significa nuestra incorporación voluntaria a la comunidad cristiana, nuestro compromiso de ser discípulos suyos y de vivir de acuerdo con su Evangelio. En el bautismo Dios bendice ese compromiso. Pero si no hay compromiso, no hay nada que bendecir...

Que así sea.