martes, 20 de abril de 2010

MI INTERES POR LA CLASE


Les comparto lo que semana a semana estamos estudiando en liturgia.
La liturgia es una experiencia única de vida, es lo esencial para la vida de oración de un novicio, es el profundizar y contemplar cada herramienta que nos brindan nuestros formadores.

Hoy quiero hacerte la misma pregunta que nuestro formador nos hizo: ¿Qué crees que es para ti anamnesis? …Dirás del griego anámnesis, que significa "memoria", "recuerdo". Muy bien es hacer memoria de lo que he aprendido y para que me ha servido.

Entonces esto no se trata de un simple recuerdo, sino de un acto litúrgico celebrado como memorial, delante del Padre, como sacrificio de su Hijo.
Por esto el molde de santificación en la vida religiosa tres fines que son:

El Fin último que es contemplar en la oración y en el estudio.

El Fin remoto que es buscar la salvación de las almas atreves de la evangelización de la palabra.

El Fin próximo que es la santificación personal, que quiere decir: que estamos todos llamados hacer santos.


Esto ¿En quién se reproduce? En el hombre y ¿Dónde se refleja? En el Hombre

En otras palabras:
El fin próximo es la formación nuestra como religiosos.
El fin remoto es la vida apostólica o vida de itinerancia.
El fin último es la santificación personal, salvación, lo que me hace a mi testigo, lo propio, etc.


Y TÚ ¿QUE PIENSAS?

NO TE PIERDAS DE CONTACTO...

La resurrección envuelve nuestra vida de Fe.


Muchas veces en nuestras vida nos sentimos como los discípulos, en su tarea diaria (la pesca), pero en varias ocasiones todo esto es vano, porque nada ha salido como estábamos pensando y nos sentimos frustrados, sin ánimo, tristes, sin fe, etc. pero la sorpresa es que al discípulo a quien Jesús amaba reconoce que es el Resucitado quien está en la orilla, Y confiesa ante los demás: “Es el Señor” (Jn 21.7). El amor es el que reconoce al Resucitado en medio de los hechos cotidianos, en medio del trabajo, en el escritorio de tu cuarto, en tu entorno, etc. El resucitado está presente, pero se necesita la mirada del amor para percibir su presencia.

El discípulo amado, como testigo del Resucitado, quiere abrirnos los ojos para que también nosotros lo reconozcamos en la noche en que buscamos nuestro sustento y en la banalidad de nuestra vida diaria. Él está donde nosotros estamos, y donde él está, nuestra vida tiene éxito, entonces entramos en contacto con nuestro núcleo personal interior, que nos conduce a la unidad, junto con el ámbito de todas las aspiraciones y deseos de nuestra alma.

Así pues, la Fe es el encuentro personal entre el Hombre y Dios, que te llevara a un dialogo que es oración, donde Dios te revelará su propio conocimiento que, a la vez, te acarreara una confianza o adhesión en un proceso de conversión, proceso de compromiso que hará en ti y en mi una acción de servicio y donación.